En los últimos meses, la administración de Dumek Turbay Paz ha mostrado un énfasis considerable en la renovación urbana de Cartagena. Obras públicas, avenidas repavimentadas y parques renovados son el reflejo visible de su gestión. Sin embargo, a medida que las calles se embellecen con cemento fresco, un problema mucho más profundo persiste: la inseguridad que afecta cada rincón de la ciudad.

Es evidente que los cartageneros valoran el desarrollo urbano y la infraestructura moderna. No obstante, estas mejoras materiales se ven opacadas por una realidad que no se puede ignorar: la creciente ola de delitos.

Desde los barrios más vulnerables hasta las zonas turísticas, los robos, sicariatos y la violencia callejera han alcanzado niveles preocupantes. Los ciudadanos, en su día a día, no priorizan una nueva plaza o una vía más amplia; priorizan poder caminar por las calles sin miedo, salir a trabajar sin temor a ser asaltados y permitir que sus hijos jueguen en los parques sin la amenaza constante de la violencia.

Cartagena necesita más que cemento. La seguridad ciudadana debe ser la prioridad máxima de cualquier administración que aspire a mejorar la calidad de vida de su gente. No se trata de postergar las obras de infraestructura, pero sí de poner el foco en la urgencia real: fortalecer la presencia policial, mejorar la prevención del delito y atacar de raíz las causas que generan la inseguridad.

En lugar de nuevas inauguraciones de cemento, lo que los cartageneros anhelan es un plan integral de seguridad que les permita vivir en paz. Porque sin seguridad, cualquier inversión en infraestructura pierde sentido, tanto para los locales como para los turistas, quienes no disfrutarán de la belleza de la ciudad si no pueden recorrerla con tranquilidad.

El llamado es claro: Cartagena requiere acciones concretas en materia de seguridad, que devuelvan la confianza a sus habitantes. Es momento de que el alcalde Dumek Turbay Paz escuche el verdadero clamor de su ciudadanía.